viernes, 29 de enero de 2010

El REY LEÓN… ¿SER O NO SER?

A pesar de ser coleccionista de películas infantiles, más por nostalgia que por otra razón, desde hace muchos años dejé de ser afecta a éste género, algunas veces tengo que verlas por cumplir como tía abnegada que soy, pero rara es la ocasión que lo haga por voluntad propia, y es que, por razones obvias es difícil encontrar una película infantil que cumpla otra función distinta a la de mero entretenimiento.

Por muchos años la casa productora Disney se ha dedicado a adaptar los cuentos de hadas más populares para convertirlos en películas animadas y finalmente llevarlos hasta la pantalla grande. Esto fue durante décadas, hasta que agotó sus recursos literarios infantiles y optó por comenzar con las obras clásicas.

Cuando los ejecutivos de esa productora tomaron esa determinación, sinceramente creí que sería un fracaso llevar a los niños historias que aunque clásicas pueden llegar a ser demasiado crudas para ellos y para ser honestos, cuando se estrenó “The Lion King”, jamás imagine que se trataba de la primera incursión de la productora en este estilo a pesar de que Disney jamás lo reconoció públicamente.



Más grande aún fue mi sorpresa cuando me dí cuenta que la primera sería nada más y nada menos que “Hamlet”. Es que era prácticamente imposible pensar que una de las obras más complejas de William Shakespeare pudiera ser adaptada y animada, de la forma en que lo hizo Disney.

Utilizando los elementos principales de esta obra. El príncipe heredero desterrado, el fantasma del rey difunto que acosa al hijo, el hermano traidor que se apodera del trono, y hasta la reina viuda que asume resignada su papel como compañera y esposa del traidor.



Cuando se estrenó, no tuve la oportunidad, y debo decir, tampoco la intención de verla en la pantalla grande, y fue hasta su presentación en formato para video (vhs, en ese entonces) que me dispuse por fin a ver la tan mentada película. Simplemente me límite a observar, digerir y finalmente disfrutar del maravilloso argumento, espléndidamente adaptado en una fábula que no sólo resultará entretenida, sino visualmente atractiva, de hecho lo más bello que he visto en animación antes de la era computarizada, pero sobretodo, ampliamente conmovedora dejando tanto a niños como a adultos un mensaje casi imperceptible pero arraigado en el sentido de la responsabilidad, asumiendo los deberes a pesar de las tentaciones que la vida nos presenta. Ya podrán imaginarse mi frustración al haberme perdido esa maravilla visual (y emocional) en la pantalla grande.



Y es que toda la vorágine de sentimientos comienza desde la escena inicial. Aquella donde se empieza a corear “The Cicle of live”, (en ingles, por supuesto) la bellísima melodía que Elton John compuso como tema principal, y que al menos a mí, me consigue erizar la piel y cristalizar los ojos, (Nadie como Sir Elton para conocer el arte de la manipulación sólo con la música) acompañando la majestuosa escena de los animales de la selva que se dirigen a la presentación oficial de su futuro Rey, como preludio de lo que está a punto de suceder.

Y no olvidemos la conmovedora escena donde el tío de nuestro protagonista asesina a su padre, manipulando las cosas de tal manera que es el pequeño Simba quien carga con la culpa, sintiéndose atormentado e incapaz de afrontar la muerte de su padre y finalmente huye, convirtiéndose en una especie de vago de la selva que al grito de Hakuna Matata se olvida de sus responsabilidades…”Y así te olvidaste de quien eras” le recordó una vez el fantasma de su padre.

Después de aventuras entre cuates y reencuentros amorosos, Simba se enfrenta ante la disyuntiva de… ¿Ser o no ser?... El rey de la selva; de confrontar sus propios fantasmas, y enfrentarse a un pasado manipulado y tendencioso, asumiendo o no el ocupar su lugar en el ciclo de la vida, el que el destino le tendría deparado aún antes de nacer.

El joven león debe poner en la balanza, el renunciar a una vida cómoda y sin complicaciones, ó confrontar su oscuro pasado y aceptar sus responsabilidades con todas las concecuencias que esto implica. Finalmente su casta real se impone y el príncipe Simba decide volver después de que el concejal personificado por el mono Rafiki, y ante el cuestionamiento de Nala su eterna prometida, sentenció… “ÉL Rey ha vuelto”…



Que escena más suculenta debo decir, la del regreso de Simba cruzando el desierto de la sabana para poder confrontar su destino. Esta fue una aportación nueva, diez años después para su presentación en pantallas IMAX, a lo que agradecí infinitamente, ya que al fín tuve la oportunidad de cumplir uno de los sueños de mi vida, y no exagero cuando digo que ver “The Lion King” en la pantalla grande, se había convertido en un gran anhelo.

Y bueno, finelamente el éxito de este Hamlet Leonino cogió desprevenida a la mismísima compañía, quien no imaginaba el potencial dramático que poseía la película ni la abrumadora respuesta por parte de los espectadores que la elevarían a los altares del cine de animación convirtiéndose en la más taquillera y en todo un fenómeno social.

2 comentarios:

Angel Pastrana dijo...

La casa Disney anuncio en un principio que por vez primera traerían a la pantalla grande una historia quno estaba basado en cuento alguno, verdad a medias, aunque bien es cierto que el Rey León está basado en Hamlet, también es cierto que Disney pone su firma a lo largo de toda la trama, llegando a la caricaturización del original en el momento de Scar hablando con el cráneo de un león. Respetando las proporciones la obra del barto inmortal logra un equilibrio perfecto en sus personajes, Disney
en la búsqueda de su "vivieron felices por siempre" elimina el complejo personaje de Ofelia, que es sustituido por una leona sin fuerza en la historia; haciendo patente la misóginia propia de Walt Disney, como en el amaneramiento del villano en cuestión.

Innegablemente la técnica y la música dan a la película la fuerza necesaria para permanecer en la memoria, y tengo que coincidir contigo que la experiencia IMAX debe ser insuperable, pero no puedo dejar de notar lo que suscribo.

Un saludo, me encantó tu reseña.

Perla Soreim dijo...

Es cierto Angel, pero había que poner el sello Disney indiscutiblemente debido a que el producto de venta está dirigido principalmente a los niños, no se podía incluir demasiada tragedia, ya con la muerte de Mufasa teníamos para traumar a uno que otro chamaco. Además no olvidemos que la libre adaptación sirve como pretexto para darle el giro que más les convenga a los productores o a quien pretenda vender la idea.

Y no es la primera vez que Disney mancilla los clásicos, no olvidemos el más cínico ejemplo con El jorobado de Notre Dame, al cual ni se molestó de disfrazar ó cambiarle el nombre, pero que tal su final feliz que nada tenía que ver con el original.

En fin, no pidamos peras al olmo, al menos sirve para dar un mensaje, tal vez no tan nítido, pero quizás sí de manera sugerida. Bueno, de igual manera no me hagas mucho caso, no puedo ser imparcial con una de mis cintas preferidas.

Muchas Gracias por tu comentario.