martes, 27 de julio de 2010

DE: Pénelope... PARA: Úlises


Que volverías me dijiste y yo te creí… y te sigo creyendo, que te esperaría te dije, y te sigo esperando. Pero me estoy cansando de tejer la esperanza por el día, que por las noches se deshilacha con tu ausencia perpetua. Bajo mi balcón se escucha el murmullo del viento que nada anuncia. Solo yo sé cuantas veces se estrellan las olas del mar en las rocas que parecen lloriquear y erosionarse con sus empujes. Mi mente ávida de ti, dibuja a lo lejos tu sombra en la inmensidad del océano, inventando que es tu barco el que se acerca, pero… se trata únicamente de una parvada de gaviotas burlonas de mi desvarío.

Ah, Ulises… extraño tu mirada intensa perderse a través de la profundidad de la mía, ¿son tu ojos los que veo acaso en sueños? ¿O es el espectro de mis recuerdos? No te he sido infiel porque así lo deseo, porque te deseo, porque yo te elegí entre todos, entre los más ricos y poderosos te elegí a ti, mi rostro era cubierto ante los otros hasta que mis ojos se toparon con los tuyos. Porque comprendí que ibas a ser el único hombre de mi vida. O tú o ninguno. El más pobre de los reyes, soberano de islas áridas y rocosas… Y es que mi pretexto es elemental, mi piel cimbraba cuando tu voz sonora y persuasiva tronaba, aún ahora me estremezco al recordar aquel eco timbrando y ocupando toda mi psiquis. Cuando hablabas, todos se quedaban escuchándote encantados, y yo… embelesada, mirando tu poderosa figura, nadie era como tú, NADIE ES TÚ.

Hace algún tiempo ya que volvieron hombres entre escombros de la guerra, algunos te habían visto en batalla asegurando que habías salido airoso de la más temible de las guerras, alabando tus virtudes bélicas que consiguieron la victoria imposible. No sabes Ulises… no tienes una idea de como los envidie, te tuvieron tan cerca, como yo tan lejos…

Y sí el mar te ha envuelto para siempre con su húmedo abrazo, házmelo saber para atragantarme de su inmensidad en busca de tu esencia, porque sí ya nada de ti queda en el agua, en el aire, o en esta tierra soy yo quien esta de sobra. Mis latidos escuetos buscan con desesperanza el resoplar de los tuyos, vuelve ya, te lo ruego.

Todos dicen que ya no espere, que ya no volverás, que veinte años son suficientes para que un hombre olvide a una mujer. Mi cínica y dolosa sonrisa confirma que no han alcanzado para que esta mujer lo consiga, rogando al Hado que tal vez a ti te suceda lo mismo, que me añores, que mis ojos no se vayan de ti, ni siquiera la voluntad del Hades podrá arrancar tu esencia de mi piel.

Pretendientes vienen, regalos van, juramentos de amor consolador que prometen apartarte de mi memoria… ¡Ja! ¡Ingenuos! ¡Ridículos!... Ninguno huele como tú ¿como pretenden que me sepan a ti? Es el néctar de tus labios el que deseo saborear, es tú ambrosía la que quiero derramar…

Vuélveme loca una vez más, pero vuelve a mi, que prometo ponerme de nuevo el velo con él que te elegí para siempre como el señor de mi vida.