lunes, 15 de febrero de 2010

CAPITULO 3 (DPD)

FIAGOLO… ¿UN FIASCO?

Al fin de cuentas no fue una cafetería donde Paolo decidió hacer validas las cortesías, prefirió que fuera un lugar donde valiera más la pena desquitar la mínima compensación que la aerolínea le ofrecía y fue entonces que nos metimos a un restaurante de comida italiana, muy bonito por cierto, para estar ubicado dentro del aeropuerto.

Cuando entramos al restaurante, me pareció que me había colado a la sección de gente bella, a la cual por supuesto pertenecía mi acompañante. Y eso fue porque a pesar de que había pocos comensales en el restaurante, los pocos que había eran, todos como salidos de un casting para un comercial de perfumes, o autos de primera línea, incluso el anciano que estaba en la primer mesa, cercana a la entrada, que discutía el cocido de su carne con la mesera la cual difícilmente podía igualar el acento ingles de su interlocutor, era perfectamente reconocible como europeo, ingles para ser exactos, sobretodo por su acento británico, alto rubio y ojos de un profundo azul cielo.

Más al fondo en un lugar que parecía un privado se encontraba una atractiva pareja, ella era muy delgada, más incluso que mi hermana Gina que ya era mucho decir, con perfectas facciones que se distinguían incluso a lo lejos, y un cabello castaño oscuro que le daba un toque sofisticado a su apariencia, él era también muy singular, y no precisamente bello, pero a simple vista, era de esos hombres con una extraordinaria presencia, lo que podría llamarse más varonil que guapo con una personalidad magnética que al menos en ella causaba un efecto notable, ya que casi no pestañeaba en su contemplación, totalmente embelesada, un ligero estremecimiento me recorrió sin querer, no quiero pensar en que fuera envidia, pero volvamos a su atuendo, ambos vestidos demasiado formales como para estar en un aeropuerto.

Y cerca de la mesa que nos había asignado la mesera, estaba una mujer de unos treinta años tal vez, con ropa informal pero impecable, con un par de hermosas niñas de cabellos rubios, y grandes ojos azules, cada una. Ahí definitivamente la única que desentonaba, era… precisamente yo.

Decidí ya no hacer más comparaciones, porque por supuesto yo saldría perdiendo en todas, entonces, pues, mejor recibir las cosas tal como se presentaran.

Mi acompañante había resultado un maravilloso anfitrión, retirando cortésmente la silla que yo estaba a punto de ocupar, y haciendo gala de todos esos modales que yo solo había visto en acción en las películas de romance, favoritas de Gina.

Una vez instalados en la mesa, la mesera se había instalado ya a un costado, colocando los menús frente a nosotros que habíamos quedado exactamente frente a frente, lo cual por cierto, fue algo, casi fulminante, porque entonces pude observar muy de cerca a Paolo…!Dios, que hermoso era!

Es increíble la poca atención que un pone a su interlocutor, cuando esta de pie a su lado, al menos en mi caso se trata también del temor de parecer demasiado imprudente u osado al mirarse con detenimiento.

Pero por ahora, gozaba ya de las mejor de las vistas, aunque mi compañero no corriera con la misma suerte que yo.

Observar a Paolo era más gratificante que ir a una galería de arte, era como descubrir algo nuevo cada vez, cada vez que miraba sus ojos verdes y profundos, que parecían esconder y al mismo tiempo gritar tantas cosas, o su cabello revuelto, que no sé como conseguía hacerlo lucir arreglado, su grácil manera de moverse, hasta para tomar el vaso y…

- ¿Qué desean ordenar? - Interrumpió abruptamente mi análisis la mesera, Paolo dirigió su vista en mi, otorgándome el honor de dejarme elegir primero, -ojala no lo hubiera hecho- Clavé mi vista en la carta esperando poder ver, o mejor dicho, al menos entender un poco lo que estaba a punto de ordenar, yo pensé que tenía conocimientos generales de la comida italiana, pero al ver el menú comprobé que mis conocimientos no iban más allá del spaghetti y las pizzas, y pedir algo como eso, sería demasiado elemental, así que discretamente deje caer al azar mi dedo índice sobre la carta en el nombre de un platillo que me pareció , lo suficiente sofisticado, en mi intento de no ventilar mis carencias de conocimientos en las artes culinarias.

– Fiagoli al fiasco – respondí decidida

Su cara de sorpresa no me alertó, y yo continuaba instalada en la aptitud de saber lo que hacía, después de que la mesera hizo sus apuntes pertinentes, se dirigió hacia Paolo que parecía tener ya lista su petición

- Para mi una Capreze, por favor – la chica asintió y se retiró, segundos después, luego de que Paulo sacara de su saco, un celular, una palm, y lo que parecía su cartera, colocó los tres objetos sobre la mesa y continúo con la conversación…

-…Al menos de esta forma podremos hacer más llevadero el tiempo de espera, pero… un momento- me miró fijamente con intrigada expresión- aún no me has dicho que es lo que te tiene a ti aquí, porque según entiendo no perdiste el vuelo como yo

Había llegado el momento de quitarme el velo de misterio y contar lo poco interesante de mi estadía en aquel aeropuerto internacional. Entonces le conté de forma resumida, el percance con la maletas de mi hermana, intentando hacer lo más interesante posible la narración. Al menos no bostezo ni una sola vez, eso era ganancia, incluso parecía atento.

– Bueno, al parecer a tu hermana sí que le sucede de todo en los aeropuertos, mira que quedarse sin vuelo unas veces, y quedarse sin su equipaje en otras, sí que tiene mala suerte, aunque pensándolo bien, no tan mala eh, tiene mucha suerte al tener una hermana como tú.

– Te la tengo que presentar, para que se lo digas en persona – el sonrío ampliamente ante mi ocurrencia, y luego dirigió su mirada a la mesera que regresaba con los platillos que habíamos encargado, coloco enfrente de Paolo un plato pequeño con ensalada a base de de queso, y rebanadas de tomate, que lucía ligera pero apetitosa, enseguida puso frente a mi un enorme plato con…

- ¡¿frijoles¿¡- exclamé sorprendida y decepcionada

- No pensé que te decidieras por frijoles, tan temprano, en realidad son alubias, pero para el caso es lo mismo

– Yo tampoco- confesé de forma casi imperceptible

Yo… que no toleraba desayunos pesados por ningún motivo, que había rechazado todo el “menú” de mi refrigerador a base de carnes frías, desayunar aquel “sofisticado platillo” con salsa y no sé que tanto condimentos, era realmente demoledor, mi rostro debió dibujar angustia tal que seguramente me había delatado, porque al toparme con su mirada, Paolo ya tenía la más pícara y esplendida de las sonrisas

- ¿No habías probado el Fiagoli al fiasco, verdad?

– ¡No tenía la menor idea! – desahogándome al fin, entonces su sonrisa desembocó en sonoras carcajadas

- ¡Por dios, Tina! Me hubieras preguntado antes, y así te hubieras ahorrado la angustia

¿Tina?, ¿ya habíamos cruzado la línea a ese nivel de confianza? La verdad es que no recordé en que momento, pero… me gustó, como me gustó también el tono de viejos amigo con el que se estaba refiriendo a mi a partir de ese momento

- pero no te preocupes, enseguida pedimos que lo cambien

Fue un alivio que no me haya hecho pasar la vergüenza de decirle a la mesera que yo no tenía ni idea de lo que estaba pidiendo, bastó con que dijera que no era lo que deseaba, y me pidió lo mismo que él había ordenado.

– que vergüenza, seguramente Gina sabría haber pedido lo correcto

– tal vez, pero aunque no la conozco, estoy seguro que no tiene ese poder de sorprenderse, ni la gracia que tienes de forma tan natural

Esperé que eso fuera un cumplido, y si así había sido, era la primera vez que alguien al referirse a ambas, era yo a la que salía halagada, aunque Paolo no conocía a Gina, me había hecho sentir bien la mención. Aunque seguramente si en lugar de haberse topado conmigo y lo hubiera hecho con ella, la cosa hubiera sido muy distinta

– Pero dime, ¿tu hermana es como tú? – su pregunta me tomó de sorpresa y no supe que contestarle – sí, me refiero a que sí es así…- … “¿tonta?, ¿confiada?, ¿crédula? ó ¿lanzada?” , pensé, pero mi descripción afortunadamente no coincidió con la suya – dulce, inteligente, valiente - refutó

Aquella descripción me desconcertó ya que iba más allá de la adulación

– ¿Cómo puedes decir que soy así, ¿acabas de conocerme?

– Es muy fácil, porque te estuve observando desde que llegaste con tu hermana, era evidente que no vienes a lugares como este muy seguido, y luego, como manejaste la situación ante el nerviosismo de tu hermana– me quede muda, esta respuesta sí me había sorprendido - eres especial Tina, y lo peor es que ni tu misma te has dado cuenta de ello…

Haber, un momento. Aquí mi mente tenía que hacer un análisis concienzudo, ¿Me había estado observando a mí, antes que yo a él?, y ¿Me había visto a mí y a mi hermana al mismo tiempo, y aún así, prefirió abordarme?

No entendía nada, me sentía realmente confundida ante la actitud de Paolo, mil ideas se venían a mi mente, ¿lo hacía para acercase a Gina? Pero… eso tampoco tenía sentido, de haber sido así con haberse acercado directamente a ella bastaba, además era suficientemente atractivo como para que ella no hubiera reparado en él, mucho menos lo hubiera rechazado. Paolo era definitivamente del tipo que agradaba a mi hermana y al revés… ó al menos era lo que yo me imaginaba.

Entonces si no había sido así, la única explicación que quedaba, era que en verdad hubo algo en mí que le interesó, y por lo que acababa de decir, me había estado observando de cerca y con demasiada atención, jamás pensé que me hubiera visto así, yo no me había visto así… y ¿si era un acosador como él que ataco a Gina en los Ángeles? En ese caso los aeropuertos eran sus lugares de operación favoritos, pero… No, no lo creo, hasta eso sería interesante en él y una anécdota atractiva en mi haber, al menos yo tendría mi propio acosador, pero, era ridículo, no entrábamos en ese perfil, ni yo de acosada, ni Paolo de acosador.

Creo que solo se me ocurrió poner una sonrisa tonta y tamborilear impacientemente los dedos sobre la mesa esperando la ensalada que me ayudara a sortear la situación que comenzaba a tornarse vergonzosa.

Para mi fortuna, unos segundos después, apareció nuevamente la mesera con la ensalada Capreze, y con eso tuve para entretenerme un buen rato, mientras él me observaba con actitud, de curiosidad, pero por una extraña razón, ya no me hacía sentir avergonzada, al contrario, me estaba sintiendo realmente bien, como hacía mucho no me sentía a lado de un hombre. Pero seguía la curiosidad en cuanto al reparo que él había tenido en mi persona.

¿Acaso no era una casualidad que él me hubiera invitado precisamente a mi a aprovechar las cortesías?, no supe como sentirme al respecto, confundida, creo que era la palabra.

Toda aquella reacción parecería el comienzo de una historia de esas rosas que pasan por los canales locales, y que hacen soñar a las quinceañeras y considerar a las de mi edad como historias de ciencia ficción. Paolo entraba perfectamente en el prototipo del protagonista, pero había algo que no encajaba… yo.

– Debo de confesarte que lo primero que me llamó la atención de ti, fue la forma en la que mirabas a tu hermana – Me dijo en un espacio entre el tenedor y su boca, tomándome desprevenida y apunto de atragantarme – No entendí bien a que se debía el inconveniente, pero tu la observabas como si temieras que estuviera a punto de desmoronarse, y tu presta para sostenerla en cuanto fuera necesario – ¡Vaya!, jamás imagine que un hombre como él fuera tan perceptivo, y así se lo mencione

– Hace tiempo conocí a una persona que era así, como tú, cuidadosa, protectora, analítica, casi no hablaba, y la mayoría de las veces tenía más cosas que decir con la mirada que con la boca, y fue gracias a esa persona que yo aprendí a conocer mejor a la gente más por su mirada que por sus palabras, las palabras pueden engañar y mienten sin dificultad, la mirada no miente jamás – Era cierto, la suya parecía coordinarse perfectamente con lo que decía, confirmando así su teoría.

Un rato después comentamos cosas triviales, como la sazón de la ensalada, el jugo de toronja con lo que la acompañamos y el aderezo que resulto demasiado picante.

De pronto sin darme cuenta, pasaba el tiempo sin sentirlo, Paolo hacía que las distancias se acortarán y yo me sintiera a la par de él, la conversación fluía tan fácil que parecíamos un par de viejos amigos reencontrándonos después de largo tiempo, con tantas cosas que contarnos, de lo mas comunes, pero con el interés y la solemnidad de la economía mundial. Además debo confesar que Paolo hacía cosas realmente sencillas, era tan simple como que solo con su sonrisa lograba acaparar toda mi atención. Al principio pensé que me veía boba, pero al ver lo divertido que estaba, era un hecho que él le pasaba igual, por un momento me olvide de los dispares de la pareja que ocupaba nuestra mesa.

martes, 9 de febrero de 2010

"INVICTUS" UN POEMA DE PELÍCULA

INVICTUS Por William Earnest Henley

En la noche que me envuelve,
negra como un pozo insondable,
doy gracias al dios que fuere,
por mi alma inconquistable.

En las garras de las circunstancias,
no he gemido ni llorado,
ante las puñaladas del azar,
si bien he sangrado, jamás me he postrado.

Más allá de este lugar de ira y llantos,
acecha la oscuridad con su horror,
no obstante la amenaza de los años me halla,
y me hallará sin temor.

Ya no importa cuan recto ha sido el camino,
ni cuantos castigos lleve a la espalda,
soy el amo de mi destino,
soy el capitán de mi alma.



¿Porque comenzar esta entrada con este poema?


Muy fácil, este poema fue inspirador no solo para el sudafricano Nelson Mandela en sus años de prisión, cuando en los momentos que más se sentía perdido estas palabras fueron quienes lo mantuvieron erguido (como reza el poema) y finalmente le dieron la fuerza suficiente para convertirse en un personaje determinante en la historia de su país. Fue también “INVICTUS” el pretexto para una extraordinaria pieza cinematográfica, que le da nombre.

Debo reconocer que la figura de Nelson Mandela me era indiferente, sabía que había sido presidente de Sudáfrica, y un activista a favor de los derechos interraciales pero hasta ahí, y lo digo no sin sentir vergüenza, no existe justificación al no tener el suficiente interés como para comprender su importancia. Fue recientemente, gracias a la última película de Clint Eastwood, “INVICTUS”, que el actor y ahora cineasta puso en el candelero (y en mentes indiferentes como la mía) a uno de los hombres más admirados y reconocidos de finales del siglo pasado.



Una nueva era en Sudáfrica ha iniciado, se pública en todos los medios la liberación de Nelson Mandela después de casi 30 años en prisión y considerado por algunos como un terrorista. Posteriormente se anuncia su triunfo como el primer presidente negro de esa nación. El final del apartheid está próximo. Así comienza “INVICTUS”…

Mandela se enfrenta con un país dividido al cual gobernar, y gobernar a un país con sus dos partes integrantes, los negros quienes lo llevaron al poder, y los blancos que antes de que él fuera electo mantenían la mayoría en todos los poderes de todos los niveles, es decir, el llamado apartheid (el fenómeno de segregación racial en Sudáfrica) por lo tanto, su mayor reto, aparte de las necesidades indispensables, era lidiar con el odio interracial heredado de siglos. No era un trabajo fácil, pero alguien tenía que hacerlo.



La película nos muestra como Mandela busca y encuentra el pretexto perfecto para unir a su nación. Y no sé fue por el camino fácil debo decir, ya que aprovechando la próxima sede de Sudáfrica en el mundial de rugby, eligió nada menos que a los "Springboks", La Selección de rugby de Sudáfrica. Los Springboks eran en esa época el símbolo de los sudafricanos de raza blanca, el propio presidente comenta que en prisión, todos los internos de raza negra en su mayoría, les iban a cualquiera de sus oponentes únicamente para fastidiar a los custodios, obviamente de raza blanca. A él mismo le tocó defender los colores y casi la total desintegración del equipo, ante la directiva que en unanimidad había votado por esos cambios.

Fueron muchos los intentos de Mandela para conseguir la unión de su pueblo, entre ellos, la contratación de personas de ambas razas tanto en su equipo de trabajo, gabinete, e incluso en su personal de seguridad. Y para darle un toque definitivo optó por apoyar directamente a la selección nacional de rugby, uniendo fuerzas con el capitán del seleccionado sudafricano de rugby Francois Pienaar para utilizar la participación del equipo en el Mundial de Rugby de 1995 como un medio para unir a su pueblo. Es realmente conmovedor poder observar los esfuerzos y logros del presidente Mandela por hacer de su nación una sola.



Personalmente me conmovio la escena donde una policias de raza blanca que escuchan el partido de la final de rugby por radio dentro de una patrulla corren de manera grocera y casi violenta a un niño de raza negra que cerca del automóvil al parecer recogia la basura. Mientras sigue el partido, más tarde se vé al mismo niño junto a los oficiales atentos todos al avance del partido y finalmente a los oficiales celebrando y cargando al niño que trae ya una de las gorras de los oficiales. La unión de razas como Mandela la provoco a través de la emoción deportiva.

Aun no entiendo como una película como INVICTUS fue ignorada por lo miembros de la academia para mejor película, pero en fin, me queda claro que la academia de ciencias cinematográficas, no es palabra de Dios, entonces me tocaba hacer mi propio homenaje a tan hermosa pieza cinematográfica.

viernes, 5 de febrero de 2010

CAPITULO 2 ("Dos Perfectos Desconocidos")

LOS BOLETOS QUE SE SOBREVENDIERON

Y ahí estaba yo. Yo que prefiero quedarme en casa leyendo que salir al antro de moda, yo que prefiero comprar las cosas por internet aunque los intereses de las tarjetas me devoren, a salir a las tiendas o mercados a mezclarme con el bullicio de la gente.

Sí, ahí estaba, rodeada de un mundo de extraños, un mundo literalmente en la sala internacional por supuesto. Se podía percibir un desfile de personas de todas las nacionalidades, me senté en una de esas banquitas de metal que son para dos personas, afortunadamente no había demasiada gente y no tuve que pelearme por un conseguir un lugar como siempre sucedía, bueno, de tener la intención de hacerlo, porque siempre rehuí las discusiones, de igual forma agradecí haber encontrado asiento sin esfuerzo alguno.

Primero, odiaba tener que esperar sin parecer sospechosa, temía que los vigilantes me fueran a confundir con alguna terrorista, una psico o algo así, luego recordé un documental de aeropuertos donde todas las personas sospechosas eran cuidadosamente vigiladas y perseguidas en caso extremó de ser necesario, pero después de la crisis de egocentrismo me di cuenta que pasar desapercibida había sido siempre mi estatus permanente, y eso no tenía porque cambiar, nunca fui precisamente digna de mucha atención, maldije mi suerte por no haber traído un libro que hicieran menos tormentosa mi espera, así que respire hondo, me resigné y preferí tomar las cosas con calma, relajarme a esperar a Chuy.

Y así pase un buen rato hasta que comencé a escuchar que alguien subía gradualmente la voz, desde una de las ventanillas del mostrador de enfrente mío, intuitivamente volteé a ver de quien se trataba. Del otro lado de la barra, enfrente de la recepcionista estaba un hombre joven, muy bien parecido, demasiado bien parecido diría yo, de esos que no es muy común ver por calle, al menos no por las calles que transito yo. Parecía alterado, manoteaba mucho y cada vez subía más la voz, entonces fue cuando agudice mi oído, para intentar escuchar lo mejor posible. Cabe decir que lo mío jamás ha sido la indiscreción, y no me gusta enterarme de los asuntos que no me atañen, pero debo confesar que aquel atractivo joven llamó mas mi atención de lo que yo misma hubiera querido, a pesar de su molestia, era poseedor de unos modales impecables que lo diferenciaban de los demás, entonces pues me dí cuenta del motivo de la discusión

– …Debe usted disculparnos, pero la verdad es que no nos explicamos que fue lo que sucedió

– No es posible que solo me diga que me he quedado sin vuelo porque se sobrevendieron los boletos, ¡hoy mismo tenía que estar en Barcelona!

- y lo estará, se lo aseguro, solo que llagará un poco más tarde

– ¡tres o cuatro horas!, ¿a eso le llama un poco más tarde?

Me percaté que mi atención ya no era tan disimulada cuando la azafata que atendía la recepción clavó su mirada en mi en dos ocasiones, entonces decidí perderme el final de la discusión y ocuparme en otra cosa, como por ejemplo revisar el tiket del estacionamiento y hacer un estimado de lo que tendría que pagar de más por el tiempo de espera, según mis cálculos, hubiera salido más barato tomar un taxi de ida y vuelta, que todo lo que se tendría que pagar gracias al inconveniente de mi hermanita.

En eso estaban absortos mis pensamientos cuando escuche una voz masculina de lado mío, no se si soñaba, pero me pareció que era la misma que había escuchado segundos antes provenientes desde el mostrador

- ¿Tu también perdiste el vuelo?

Al voltear a verlo comprobé que se trataba del mismo joven que discutía tan acaloradamente con la recepcionista unos instantes antes, con la diferencia que su tono de voz se había tornado apacible y hasta amable, y su rostro antes colérico ahora perecía iluminado con una amplia y perfecta sonrisa. Intuitivamente voltee del otro lado, para ver a quien le estaba hablando, me parecía imposible que él se estuviera refiriendo a mi, por lo regular cuando los hombres me hablaban o me volteaban a ver, era porque Gina estaba a mi lado, y no era precisamente a mi a quien se dirigían, pero en ese momento solo estaba yo en aquella banca de metal, y nadie mas a mi lado, entonces las posibilidades se reducían y era oficial. Era a mí a quien él se dirigía

–No – le respondí de manera escueta, seca, más de la que era en realidad había sido mi intención, pero es que no me había repuesto de que alguien que parecía salido de las paginas de una revista de modas se dirigiera a mi con esa confianza.

– Es una lata, se supone que el servicio de estas aerolíneas deben ser de lo mejor, y creen que con decirte que te esperes tres o cuatro horas más, y un par de cortesías para desayunar, se soluciona el problema – continuo él, al parecer sin importarle mi aparente poca atención

Entonces entendí que su intención era continuar la conversación, desahogar quizás su molestia con el primero que se topara y esa había sido, precisamente yo.

Entonces, ya asimilando la sorpresa, pensé que no era tan descabellado seguirle la conversación a una persona tan amable, gentilmente cortés y guapísimo, la verdad es que me gusto la manera en que la gente que pasaba volteaba hacia mi dirección, seguramente no era yo quien llamaba así la atención de primera vista, mi interlocutor era precisamente de esas personas que no podías evitar voltear a verlos, y sinceramente, me gustó como él me ponía en el mapa.

- Sí, es una lamentable molestia, a mi hermana le ha pasado miles de veces – Eso era, obviamente una gran mentira, pero había que comentar algo al respecto y darle la razón, para mantener el interés de la conversación

- ¿De verdad? , !no puede ser!, debería pensar seriamente en demandar

– Si, lo esta considerando, pero Gina mi hermana, no es muy afecta a los pleitos

– Yo tampoco lo soy, irónicamente a pesar de ser abogado – dijo esbozando una encantadora sonrisa de comercial de dentífrico - pero odio que esta clase de cosas sucedan, en fin, por el momento lo único que nos queda, es resignarnos y aceptar los pocos beneficios que nos otorguen, ¿no crees?

– Sí- contesté no muy convencida, sin saber exactamente a lo que se refería

– ¿puedo sentarme? –dijo a quema ropa

Nuevamente voltee hacia los lados, ¿era a mi lado a donde quería sentarse?, ¡por dios!, sí había muchas bancas libres, ¿porque quería sentarse junto a lado mío? En esta banca tan estrecha en la que aunque estaba diseñada para dos personas, supongo que él que lo haya hecho no pensó en dos perfectos extraños

No contesté, me límite a un movimiento afirmativo con la cabeza y segundos después, él ya estaba a lado mío pasando su brazo por detrás de mi espalda que recargó en el respaldo de la banca, de manera casi desfachatada.

No me disgustó el gesto, pero la verdad es que me sentí incomoda, no estaba acostumbrada a la apertura de personas como él, tal vez en él era natural esa forma de ser, pero para mi no, aún así no me queje, no quería que pensara que estaba loca o algo así, y aunque me sentía incomoda, la realidad es que no quería alejarlo

– Espero que me disculpes, soy un grosero, mi nombre es Paolo – me decía al momento que me ofreció la mano cortésmente, al estrecharla, él tomo la mía firmemente y de un movimiento me impulsó hacía sí, acortando la distancia entre nosotros y plantándome un beso en la mejilla. Ese había sido otra reacción que tampoco me esperaba, pero empezaba a agradarme que aquel extraño me sorprendiera

-¿Paolo?, ¿Italiano? – le pregunté, refiriéndome al origen del nombre

- Sí, de descendencia, aunque no lo parezca- nuevamente sonrió, claro que lo parecía, esa piel bruñida por el sol y que resaltaban el verde de sus ojos, no podían tener otro origen, aunque no tenía ni pizca de acento italiano, y su español y modismos, eran cien por cierto mexicano – ¿y tu?, ¿como te llamas?... bueno, digo, ¿si quieres decirlo? - con esa pregunta interrumpió mi rápido análisis de su nacionalidad

- Cristina – contesté presta, antes de volver a perderme es la laguna verde de su mirada

- Pues bien Cristina, entonces, vamos a sacar provecho un poco de lo mucho que nos deben ¿no crees? -Continuaba sin entender a que se refería, pero esta vez no simule mi confusión que debió haber sido más que evidente en mi rostro, ya que levantó la mano derecha con un par de papelitos que abanico en el aire – ¡las cortesías del desayuno! – me confirmó entusiasmado

No me quedaba muy claro pero… ¿Me estaba invitando a desayunar? No, seguramente había entendido mal, fui cautelosa y espere a que dijera algo más, no sé si esa actitud me hizo parecer como una tonta, pero continúe esperando…

– Bueno, es que no me gusta desayunar solo, y detesto que se desperdicien cuando es lo menos que pueden hacer para resarcir el daño, ¿te gustaría acompañarme a una de estas cafeterías de comida rápida? – ahora sí era una invitación, y que más daba, no debía ofenderme el hecho que prácticamente me dijera que hubiera invitado a cualquiera para que no se desperdiciaran las cortesías, yo era cualquiera, ambos éramos solo dos extraños.

Al fin contadora hice rápidamente cuentas del tiempo que Chuy tardaría en traer la maleta de Gina, seguramente sí me metía campante a desayunar con mi nuevo amigo, era probable que no la encontrara, entonces sí se armaría una un conflicto internacional México - Gran Bretaña provocada por la neurosis de mi hermana, pero después que terminé mis cálculos, llegué a la conclusión que mi ama de llaves no llegaría al aeropuerto en al menos hora y media, tiempo suficiente para desayunar y no tener que desairar a tan amable caballero.
Antes de aceptar, me cruzó por la mente la visión de mi misma. ¿Cómo me veía aceptando de buenas a primeras la invitación de un desconocido?... ¿Muy audaz?... ¿Muy atrevida?… ¿o de plano muy lanzada? Por lo menos muy dispareja, Paolo y yo no entonábamos ni siquiera para platicar, parecíamos de diferentes especies, él era alto, yo no, él era atlético, yo no, él era moreno asombrosamente bronceado, yo casi transparente, él era hermoso, yo… no.

Bueno, tal vez eso es lo que pensaba la gente, pero la verdad es que yo estaba pasando un rato muy agradable con aquel desconocido, además era solo una invitación de cortesía a desayunar, y no una propuesta matrimonial, él tendría que esperar por su vuelo, y yo por la maleta de Gina, para los dos sería muy tedioso sentarnos nada más a mirar pasar los pasajeros que sí abordaban sus aviones y que sí se llevaban sus maletas completas.

- Esta bien, vamos a desayunar, pues - creo que sonó como si estuviera siendo
condescendiente con él ó me hubiera estado haciendo la interesante, pero juro que esa no fue mi intención

Él, afortunadamente, parecía no tomarse las cosas tan en serio como yo, entonces se puso de pie, esperó a que yo hiciera lo mismo y juntos caminamos hasta un restaurante de los que están ubicados dentro del área internacional…

martes, 2 de febrero de 2010

REQUIEM POR "LOST"

Este blog no sería mío, ni estuviera completo si no mencionara otro de mis temas favoritos. LOST, y que mejor ocasión que en la víspera del entreno de la premiere de la sexta y última temporada para abordarlo.

Resumir de que se trata la serie Lost, resulta prácticamente imposible, sin temor a ser tachado de ridículo y de ver la serie más inverosímil que exista, basta mencionar que en una isla, aparentemente desierta, aparezcan osos polares, humos negros asesinos, saltos del tiempo y muertos que resucitan. Y lo más extraño de todo, es que cuando te toca ser espectador, la magia de esta historia te atrapa de tal manera que no te parece ridículo, todo lo contrario, porque no solo comprendes lo que sucede sino que lo justificas, enredándote capitulo con capitulo con las historias que suceden dentro y fuera de la isla. Con los pasados, los presentes, y tal vez hasta con el futuro de cada uno de los personajes que se vuelven místicos, entrelazando sus destinos unos con otros.


Y es que llevar la secuencia correcta de los acontecimientos en la isla donde un grupo de pasajeros de un avión que colapsó viven las aventuras más extremas jamás imaginadas, es tan complejo como contar la historia de manera verbal desde el principio. Ese ha sido parte de del éxito de Lost y que la serie no sea un show más de la abc. Sin lugar a dudas quedara grabada en la mente de quienes la hemos visto como una intrigante historia de culto llena de conexiones, secretos y misterios tan perfectamente diseñados que es difícil de creer como a alguien se le puede ocurrir algo así. Con todo el contenido que va de izquierda a derecha y de arriba para abajo en un santiamén.


Una historia lo suficientemente compleja como para mantener la atención y las expectativa ante misterios y secretos. Pero ¿Que es realmente lo que ha hecho de esta serie lo que ahora se ha convertido? En una adicción, en un culto, casi en una religión, que una mente enferma puede lograr que mentes enfermas como la mía, estemos casi en estado hipnótico cada vez que sale un nuevo episodio y es que pestañear podría significar perder la secuencia de los hechos, de los secretos y de los misterios.

En ésta su última temporada quizas se resuelvan todos los misterios, quizas no, quizas tengamos más preguntas aún que respuestas. Son muchos los enigmas que quedan por resolverse, o quizas simplemente terminamos donde empezamos, lo cierto es que no dejaría de ver esta temporada ni por todo el oro del mundo.

Definitivamente para poder disfrutar una de las series más exitosas en décadas, debes tomarte el tiempo de ver desde la primera temporada, saborearla como los vinos, poco a poco, y quizas en repetidas ocasiones.

En definitiva, Lost quedara en la mente de todos los que la hemos visto, no solo por el hecho de que revoluciono las series de televisión, sino porque logró crear una extraña y enferma religión creada por miles de fans en el mundo.


Sé que sentiré nostalgia cuando termine, sé que quedará un vacio que ni Flashforward (la nombrada sustítuta) llenará, pero al mismo tiempo es un gusto que a pesar de que Lost genera millones de dólares, termine en su momento más alto como debe de ser y no se vuelva solo un producto para generar dinero. Los autores de la serie han pregonado que el final de la serie lo tenían en mente desde la primera temporada, si eso es o no cierto, solo lo sabremos hasta ver el ultimo episodio de ésta su última temporada. De igual manera e indudablemente, quedará en los anales de la televisión como una de las mejores series en la historia.