viernes, 5 de febrero de 2010

CAPITULO 2 ("Dos Perfectos Desconocidos")

LOS BOLETOS QUE SE SOBREVENDIERON

Y ahí estaba yo. Yo que prefiero quedarme en casa leyendo que salir al antro de moda, yo que prefiero comprar las cosas por internet aunque los intereses de las tarjetas me devoren, a salir a las tiendas o mercados a mezclarme con el bullicio de la gente.

Sí, ahí estaba, rodeada de un mundo de extraños, un mundo literalmente en la sala internacional por supuesto. Se podía percibir un desfile de personas de todas las nacionalidades, me senté en una de esas banquitas de metal que son para dos personas, afortunadamente no había demasiada gente y no tuve que pelearme por un conseguir un lugar como siempre sucedía, bueno, de tener la intención de hacerlo, porque siempre rehuí las discusiones, de igual forma agradecí haber encontrado asiento sin esfuerzo alguno.

Primero, odiaba tener que esperar sin parecer sospechosa, temía que los vigilantes me fueran a confundir con alguna terrorista, una psico o algo así, luego recordé un documental de aeropuertos donde todas las personas sospechosas eran cuidadosamente vigiladas y perseguidas en caso extremó de ser necesario, pero después de la crisis de egocentrismo me di cuenta que pasar desapercibida había sido siempre mi estatus permanente, y eso no tenía porque cambiar, nunca fui precisamente digna de mucha atención, maldije mi suerte por no haber traído un libro que hicieran menos tormentosa mi espera, así que respire hondo, me resigné y preferí tomar las cosas con calma, relajarme a esperar a Chuy.

Y así pase un buen rato hasta que comencé a escuchar que alguien subía gradualmente la voz, desde una de las ventanillas del mostrador de enfrente mío, intuitivamente volteé a ver de quien se trataba. Del otro lado de la barra, enfrente de la recepcionista estaba un hombre joven, muy bien parecido, demasiado bien parecido diría yo, de esos que no es muy común ver por calle, al menos no por las calles que transito yo. Parecía alterado, manoteaba mucho y cada vez subía más la voz, entonces fue cuando agudice mi oído, para intentar escuchar lo mejor posible. Cabe decir que lo mío jamás ha sido la indiscreción, y no me gusta enterarme de los asuntos que no me atañen, pero debo confesar que aquel atractivo joven llamó mas mi atención de lo que yo misma hubiera querido, a pesar de su molestia, era poseedor de unos modales impecables que lo diferenciaban de los demás, entonces pues me dí cuenta del motivo de la discusión

– …Debe usted disculparnos, pero la verdad es que no nos explicamos que fue lo que sucedió

– No es posible que solo me diga que me he quedado sin vuelo porque se sobrevendieron los boletos, ¡hoy mismo tenía que estar en Barcelona!

- y lo estará, se lo aseguro, solo que llagará un poco más tarde

– ¡tres o cuatro horas!, ¿a eso le llama un poco más tarde?

Me percaté que mi atención ya no era tan disimulada cuando la azafata que atendía la recepción clavó su mirada en mi en dos ocasiones, entonces decidí perderme el final de la discusión y ocuparme en otra cosa, como por ejemplo revisar el tiket del estacionamiento y hacer un estimado de lo que tendría que pagar de más por el tiempo de espera, según mis cálculos, hubiera salido más barato tomar un taxi de ida y vuelta, que todo lo que se tendría que pagar gracias al inconveniente de mi hermanita.

En eso estaban absortos mis pensamientos cuando escuche una voz masculina de lado mío, no se si soñaba, pero me pareció que era la misma que había escuchado segundos antes provenientes desde el mostrador

- ¿Tu también perdiste el vuelo?

Al voltear a verlo comprobé que se trataba del mismo joven que discutía tan acaloradamente con la recepcionista unos instantes antes, con la diferencia que su tono de voz se había tornado apacible y hasta amable, y su rostro antes colérico ahora perecía iluminado con una amplia y perfecta sonrisa. Intuitivamente voltee del otro lado, para ver a quien le estaba hablando, me parecía imposible que él se estuviera refiriendo a mi, por lo regular cuando los hombres me hablaban o me volteaban a ver, era porque Gina estaba a mi lado, y no era precisamente a mi a quien se dirigían, pero en ese momento solo estaba yo en aquella banca de metal, y nadie mas a mi lado, entonces las posibilidades se reducían y era oficial. Era a mí a quien él se dirigía

–No – le respondí de manera escueta, seca, más de la que era en realidad había sido mi intención, pero es que no me había repuesto de que alguien que parecía salido de las paginas de una revista de modas se dirigiera a mi con esa confianza.

– Es una lata, se supone que el servicio de estas aerolíneas deben ser de lo mejor, y creen que con decirte que te esperes tres o cuatro horas más, y un par de cortesías para desayunar, se soluciona el problema – continuo él, al parecer sin importarle mi aparente poca atención

Entonces entendí que su intención era continuar la conversación, desahogar quizás su molestia con el primero que se topara y esa había sido, precisamente yo.

Entonces, ya asimilando la sorpresa, pensé que no era tan descabellado seguirle la conversación a una persona tan amable, gentilmente cortés y guapísimo, la verdad es que me gusto la manera en que la gente que pasaba volteaba hacia mi dirección, seguramente no era yo quien llamaba así la atención de primera vista, mi interlocutor era precisamente de esas personas que no podías evitar voltear a verlos, y sinceramente, me gustó como él me ponía en el mapa.

- Sí, es una lamentable molestia, a mi hermana le ha pasado miles de veces – Eso era, obviamente una gran mentira, pero había que comentar algo al respecto y darle la razón, para mantener el interés de la conversación

- ¿De verdad? , !no puede ser!, debería pensar seriamente en demandar

– Si, lo esta considerando, pero Gina mi hermana, no es muy afecta a los pleitos

– Yo tampoco lo soy, irónicamente a pesar de ser abogado – dijo esbozando una encantadora sonrisa de comercial de dentífrico - pero odio que esta clase de cosas sucedan, en fin, por el momento lo único que nos queda, es resignarnos y aceptar los pocos beneficios que nos otorguen, ¿no crees?

– Sí- contesté no muy convencida, sin saber exactamente a lo que se refería

– ¿puedo sentarme? –dijo a quema ropa

Nuevamente voltee hacia los lados, ¿era a mi lado a donde quería sentarse?, ¡por dios!, sí había muchas bancas libres, ¿porque quería sentarse junto a lado mío? En esta banca tan estrecha en la que aunque estaba diseñada para dos personas, supongo que él que lo haya hecho no pensó en dos perfectos extraños

No contesté, me límite a un movimiento afirmativo con la cabeza y segundos después, él ya estaba a lado mío pasando su brazo por detrás de mi espalda que recargó en el respaldo de la banca, de manera casi desfachatada.

No me disgustó el gesto, pero la verdad es que me sentí incomoda, no estaba acostumbrada a la apertura de personas como él, tal vez en él era natural esa forma de ser, pero para mi no, aún así no me queje, no quería que pensara que estaba loca o algo así, y aunque me sentía incomoda, la realidad es que no quería alejarlo

– Espero que me disculpes, soy un grosero, mi nombre es Paolo – me decía al momento que me ofreció la mano cortésmente, al estrecharla, él tomo la mía firmemente y de un movimiento me impulsó hacía sí, acortando la distancia entre nosotros y plantándome un beso en la mejilla. Ese había sido otra reacción que tampoco me esperaba, pero empezaba a agradarme que aquel extraño me sorprendiera

-¿Paolo?, ¿Italiano? – le pregunté, refiriéndome al origen del nombre

- Sí, de descendencia, aunque no lo parezca- nuevamente sonrió, claro que lo parecía, esa piel bruñida por el sol y que resaltaban el verde de sus ojos, no podían tener otro origen, aunque no tenía ni pizca de acento italiano, y su español y modismos, eran cien por cierto mexicano – ¿y tu?, ¿como te llamas?... bueno, digo, ¿si quieres decirlo? - con esa pregunta interrumpió mi rápido análisis de su nacionalidad

- Cristina – contesté presta, antes de volver a perderme es la laguna verde de su mirada

- Pues bien Cristina, entonces, vamos a sacar provecho un poco de lo mucho que nos deben ¿no crees? -Continuaba sin entender a que se refería, pero esta vez no simule mi confusión que debió haber sido más que evidente en mi rostro, ya que levantó la mano derecha con un par de papelitos que abanico en el aire – ¡las cortesías del desayuno! – me confirmó entusiasmado

No me quedaba muy claro pero… ¿Me estaba invitando a desayunar? No, seguramente había entendido mal, fui cautelosa y espere a que dijera algo más, no sé si esa actitud me hizo parecer como una tonta, pero continúe esperando…

– Bueno, es que no me gusta desayunar solo, y detesto que se desperdicien cuando es lo menos que pueden hacer para resarcir el daño, ¿te gustaría acompañarme a una de estas cafeterías de comida rápida? – ahora sí era una invitación, y que más daba, no debía ofenderme el hecho que prácticamente me dijera que hubiera invitado a cualquiera para que no se desperdiciaran las cortesías, yo era cualquiera, ambos éramos solo dos extraños.

Al fin contadora hice rápidamente cuentas del tiempo que Chuy tardaría en traer la maleta de Gina, seguramente sí me metía campante a desayunar con mi nuevo amigo, era probable que no la encontrara, entonces sí se armaría una un conflicto internacional México - Gran Bretaña provocada por la neurosis de mi hermana, pero después que terminé mis cálculos, llegué a la conclusión que mi ama de llaves no llegaría al aeropuerto en al menos hora y media, tiempo suficiente para desayunar y no tener que desairar a tan amable caballero.
Antes de aceptar, me cruzó por la mente la visión de mi misma. ¿Cómo me veía aceptando de buenas a primeras la invitación de un desconocido?... ¿Muy audaz?... ¿Muy atrevida?… ¿o de plano muy lanzada? Por lo menos muy dispareja, Paolo y yo no entonábamos ni siquiera para platicar, parecíamos de diferentes especies, él era alto, yo no, él era atlético, yo no, él era moreno asombrosamente bronceado, yo casi transparente, él era hermoso, yo… no.

Bueno, tal vez eso es lo que pensaba la gente, pero la verdad es que yo estaba pasando un rato muy agradable con aquel desconocido, además era solo una invitación de cortesía a desayunar, y no una propuesta matrimonial, él tendría que esperar por su vuelo, y yo por la maleta de Gina, para los dos sería muy tedioso sentarnos nada más a mirar pasar los pasajeros que sí abordaban sus aviones y que sí se llevaban sus maletas completas.

- Esta bien, vamos a desayunar, pues - creo que sonó como si estuviera siendo
condescendiente con él ó me hubiera estado haciendo la interesante, pero juro que esa no fue mi intención

Él, afortunadamente, parecía no tomarse las cosas tan en serio como yo, entonces se puso de pie, esperó a que yo hiciera lo mismo y juntos caminamos hasta un restaurante de los que están ubicados dentro del área internacional…

3 comentarios:

Mayte dijo...

ha super se pone mas interesante ya vi que hay mas la sigo besos

Carlos M dijo...

Me parece muy buena la introducción realmente disfruté todo el capítulo y muero de ganas por la tersera entrega, muy bien caray! ya mi cabeza comenzo a tejer mil historias alternas a la tuya pero muchas felicidades!!

Carlos M dijo...

Me parece muy buena la introducción realmente disfruté todo el capítulo y muero de ganas por la tersera entrega, muy bien caray! ya mi cabeza comenzo a tejer mil historias alternas a la tuya pero muchas felicidades!!