A través de las palabras se puede hacer innumerables cosas como, viajar, crear, volar incluso. Solo basta con sentirlo, quererlo y plasmarlo así. Eso es para mí escribir. Sacar de mi interior historias que brotan con un pretexto simple, un elemento que a pesar de parecer sencillo, pueda inspirar ideas que se extienden y se materializan. Escribir es extenderse por un camino que raras veces llega a su fin, que podría ser transitado una y mil veces con historias interminables. Es transportarse a lugares, tiempos y espacios de los cuales al principio parecería que tengo el control, que me hacen seguir una línea y de pronto me atrapan, se apoderan de mi y cobran vida propia, son historias diseñadas de principio a fin aún antes de gestarse. Caminos sin transitar a los que simplemente les pongo señalamientos, y que finalmente me conducen hasta la profundidad de un mundo ideal.
Un mundo ideal a pesar del contenido, un mundo de colores no físicos que matizo con palabras, un mundo que no veo pero observo, un mundo que no toco pero palpo, un lugar donde no estoy pero al que pertenezco, un momento que no vivo pero que me hace vibrar. Porque no solo con los ojos observo, las letras se convierten en palabras, las palabras en frases y las frases en imágenes que construyo a base de ideas. Y que mejor intención que la de poder conducir al lector hacía la misma dirección, contagiándolo de los mismos sentimientos experimentados al momento de plasmarlo.
Sí más no recuerdo desde siempre me gustó hacerlo sin tomar conciencia siquiera de lo que me gustaba, escribía poesías, pensamientos y narraciones en pedazos de papel sueltos que al paso del tiempo se perdieron, en alguno que otro cuaderno, o hasta en cartas quizás. Pensé entonces que sería un medio de desahogo propio de la adolescencia, pero no imagine que podría ser un medio de expresión permanente. Hasta hace casi dos años que comencé con esta odisea de manera más seria por llamarla de alguna manera, este viaje interminable que debo confesar disfruto enormemente.
Son dos historias las que actualmente me ocupan, la primera se títula “Sortilegio”, una historia de época, situada en el siglo XV con ligeros toques fantasiosos, mezclando realidades crudas como la santa inquisición, monarquía etc. Una historia romántica que aún no concluyo y aunque no me gusta comenzar algo sin terminar antes lo inconcluso, tenía que aprovechar la inspiración que no siempre se presenta en su forma instantánea y que me provoca una historia de principio a fin. Ese fue el caso de “Dos perfectos desconocidos” la segunda historia, esta sí esta situada en la época actual y transcurre principalmente en un aeropuerto, narrada en primera persona y mi segundo experimento literario. Y es precisamente esta con la que decidí comenzar a presentarles parte de mi afición como escritora amateur.
Me permití clasificar esta entrada en “libros”, porque con riesgo de pecar de pretenciosa deseo que sirva de antecesora a los capítulos que estaré publicando.
Debo pedir un último y muy especial favor a todos los lectores que me beneficien con su atención, les agradecería que todos los que lo lean los capítulos pudieran dejar plasmados sus comentarios, ya que en base a eso quisiera darme una idea de la proyección de mi trabajo y las reacciones que provoca. Todos son importantes para mí, acerca de la redacción, del contenido, el seguimiento, lo que deseen expresar al respecto será bienvenido.
Pues bien, en la siguiente entrada, el primer capitulo de "Dos perfectos desconocidos"...
1 comentario:
Amiga, cada palabra hace que viaje a lugares no conocidos, pero que llenos de magia, la misma magia con la que nos transportas a donde quieres.
Palabras que nos invitan a devorar cada uno de los capitulos que escribes y querer saber que sigue...
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