domingo, 24 de enero de 2010

CAPITULO 1 ("Dos perfectos desconocidos")

LA MALETA QUE SE QUEDÓ

Ese día se suponía que sería como todos, como cualquier otro, y de hecho lo fue, de no ser por aquel pequeño incidente que dio lugar a todo los demás...

Pero vayamos por partes, y comencemos por el principio.

Aquella mañana fue un poco accidentada desde el principio, tenía que pararme temprano a pesar de ser domingo y no tener que ir a trabajar debido a que tenía que acompañar a mi hermana hasta el aeropuerto, pues resulta que la princesa tenía que abordar un avión a la diez de la mañana, y para los vuelos internacionales es necesario estar con al menos dos horas de antelación.

Cada uno de sus viajes resultaba fastidioso pues no se atrevía jamás a ir sola, y como mamá había tenido cita con el doctor, tampoco le fue posible acompañarla, entonces fue mi turno de hacerle de dama de compañía y chofer, ya que la niña se sentía tan asediada que no se atrevía ir sola ni a la esquina.

Debo aceptar que el motivo de su temor era fundado, lo que sucede es que mi hermana Gina es una bailarina de ballet muy reconocida, para ser sinceros más a nivel extranjero que en su propio país, ya que en México gustamos poco del baile clásico (incluida yo), pero desde su desagradable encuentro con un fanático esquizofrénico en el aeropuerto de los Ángeles - para infortunio nuestro por cierto - le quedó arraigada la paranoia, y cada que sale a alguna parte, mi mamá o quien fuese voluntaria forzada - es decir yo - tenía que acompañarla. Chuy, nuestra ama de llaves no era opción ya que ni manejaba, ni conocía muy bien la ciudad.

Y yo, odio tener que salir, y lo que mas me preocupaba es el regreso, porque obviamente de la ida no me preocupaba, ya me acompañaba Gina - que tampoco era demasiado consuelo - y es que a diferencia de Chuy, mi problema era ser demasiado antisocial por lo que prefiría mantener siempre mi distancia de la gente, la mayoría de la veces y de los lugares alejados de mi casa también, porque la ubicación era otro punto encontra mía.

Ya imaginarán como odiaba tener que recorrer media ciudad solo por calmar la alucinación de mi hermana. Pero como dice mi madre, ...“hoy por ella, mañana por ti”, y en honor al dicho familiar, me levanté temprano, incluso antes que Gina, quien siempre era la última en hacerlo, aún cuando todo ese asunto se tratara de ella.

La verdad es que ni siquiera me duché, no lo considere necesario cuando solo se trataba de hacerle de chofer y encaminar a mi hermanita, a pesar claro de la arrigada influencia de mi mamá y mi hermana que tenían una extraña fascinación por arreglarse cada vez que iban al aeropuerto como si se tratara de una noche de alfombra roja – “por lo que pudiera ofrecerse” – como si fuera ahí donde pudiera encontrar al amor de su vida o algo así.

Yo que siempre he sido más simple para eso y para otras muchas cosas, sólo me puse uno jeans, una playera verde que anunciaba la supuesta marca en la parte de enfrente (eso porque tenía una letra de más) y recogí mi cabello largo con una pinza que atoré a la altura de la nuca, luego me calce unos calcetines que no distinguí sí eran del mismo color y unos tenis, ah eso sí, me fije bien que fueran los grises, mis favoritos. De maquillarme ni hablar, era domingo y casi de madrugada.

Ya estaba lista pero... ni las luces de Gina, quien al parecer no había despertado siquiera, entonces aproveché el tiempo para desayunar algo ligero debido a lo temprano de la hora, ya que ni mi conciencia, ni mi estomago digerían demasiado a esas horas, pero considerando el tiempo de traslado, el de espera en el aeropuerto, y finalmente el de regreso, consideré que lo mejor era probar algo de alimento antes de la travesía tempranera.

El primer inconveniente fue que no había ni pisca de cereal en la alacena, entonces me decidí por explorar el refrigerador. Para mi sorpresa estaba repleto pero de alimentos que eran tan pesados a simple vista, ó demasiado condimentados, que solo de verlos se me revolvió el estómago. Decidí olvidar lo del almuerzo ligero, y mejor apresurar a Gina para que no se nos fuera a hacer tarde, o mejor dicho no se le fuera hacer tarde a ella.

Mi hermana se levantó por fin, no sin esfuerzos y se metió a duchar, como era de esperarse ella sí puso especial empeño en su arreglo personal debido a que tenía que tomar un avión para Londres, y aunque la esperaban ya en la noche, no perdía tiempo de lucir sus nuevos zapatos franceses legítimos, junto con sus gafas oscuras Versace, a pesar del día nublado. Jamás entendí porque tardaba tanto arreglándose cuando no era necesario tanto empeño, Gina tenía una belleza natural extraordinaria, así se pusiera una gorra y un pants, llamaba la atención y dejaba una estela de admiración a su paso.

Así fue siempre desde que estábamos en la primaria, los niños y hasta las niñas se peleaban por estar a su lado en la banca, en el patio, y hasta en la salida. Su gracia natural fue siempre evidente, en la escuela fue la clásica niña popular. Y como típica niña popular no daba una en lo académico, tardó un tiempo en encontrar su fuerte, hasta que conoció a la mamá de su mejor amiga Zura, Ana Pavlouski, una ex bailarina de ballet en su natal Rusia, y maestra suya de educación física, quien descubrió su maravilloso talento para el ballet.

Y yo… pues yo era la hermana mayor de Gina.

Y no me molesta serlo, Gina y yo siempre hemos sido distintas en todo y hemos vivido en paz con eso, ella tiene lo que quiere y yo lo que me gusta hacer, a ella le encantan las fiestas, yo prefiero ir al cine, ella prefiere bailar y hacer piruetas hasta las dos de la madrugada en su salón de espejos, mientras yo me duermo a las once aunque no haya terminado la lectura en turno, ella ha viajado en giras por todo el mundo y yo lo más lejos que he llegado es a Monterrey a visitar algún pariente enfermo, ella ha tenido mil novios, yo mil libros, ella es una estrella internacional del Ballet y yo una contadora pública en un almacén.

Entonces, después de una espera de media hora, bajó mi hermana con sus maletas, que parecería más una mudanza que un equipaje, pero siempre sucedía así cada que ella viajaba más de mil kilómetros, perece que medía la distancia con el guardarropa. Y por supuesto fui yo quien metió la mayoría de este en la cajuela y la parte trasera del auto compacto familiar.

Como lo predije, Gina estrenaba sus zapatos franceses que combinaban con el traje sastre cruzado color camello, y la blusa blanca de manga larga y cuello de tortuga que complementaban el atuendo que la hacía lucir más para una pasarela que para ir el aeropuerto y abordar un vuelo de once horas, pero así era mi hermana, y ya estaba acostumbrada a sus excentricidades

Entonces, pues por la distancia en donde estaba ubicada la casa donde vivíamos, hasta el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, hicimos, tal como mis cálculos previos, una hora y media de camino

A mi no me había tocado traer a Gina al aeropuerto, la verdad es que odiaba tener que conducir, ni siquiera me había hecho de un auto para ir a mi trabajo, por el pánico que me causaba manejar, pero sobretodo perderme en esta caótica ciudad, porque como ya mencione, nunca fui buena para eso de las calles, distancias y ubicaciones. Recuerdo que cuando entré a trabajar al almacén que se ubica como a media hora de mi casa, obligué a mi mamá hacer el mismo recorrido conmigo en transporte publico durante la primer semana completa de inicio, hasta que por fin me aprendí el camino en automático

– ¡Aquí es!, ¡por Dios Cristina, te pasaste otra vez! – me reclamó Gina, francamente preocupada ya que era la tercer vuelta que dábamos por el mismo lugar y ya faltaba hora y media para abordar el avión

– Ok calma, ya vi la entrada- la tranquilice, y viré el volante para ingresar al enorme estacionamiento del Aeropuerto Benito Juárez – Mal par somos tu y yo, yo que odio manejar y tú que no sabes y no quieres aprender – Me queje después

– Para que aprender cuando hay otros que lo hagan por ti – arremetió

–Para una ocasión como esta, por ejemplo – me defendí

- Ok, prometo que en cuanto me contraten para la gira de seis meses, pagare entonces un chofer calificado, que no odie ni se pierda cuando me tenga que llevar a alguna parte

- Me parece excelente idea hermanita, el pagar un chofer durante seis meses, en los que no vas a estar ¡Brillante¡– descargue todo el poder de mi agilidad mental que era en lo único en que podía competir con Gina con la seguridad de poder ganarle, mientras estacionaba el auto.

- Tienes razón, mejor le dejo el pago a mi mamá ó a ti para al chofer, pobrecito, ni modo que no cobre hasta que yo vuelva, ¿verdad?

Levante los ojos, exasperada, y sintiendo un poco de lástima por mi ingenua hermana, que pocas veces entendía mi sarcástico sentido del humor

- Olvídalo, mejor ayúdame a sacar tus maletas porque si no, ó no alcanzas el vuelo, o vas sin la mitad del equipaje – Nuevamente profetice

- No, ¿como crees?, no lo digas ni en broma, todo lo que llevo es de primera necesidad

Dudaba sinceramente que los 18 pares de zapatos, 7 frascos de perfumes y 13 trajes de baño en la ciudad de Londres fueran de primera necesidad para 15 días de estadía, pero esas eran las prioridades de mi hermana.

Llegamos por fin, no sin la ayuda de 3 botones, con sus respectivo diablitos repletos hasta el full de las maletas de Gina, justo a tiempo para que ella pudiera documentarlas, y pagar como era obvio por el exceso de equipaje. Luego de que terminara el proceso y de que le entregaran los tickets para canjearlos por las maletas, me fije que contaba una y otra ves el equipaje, con el rostro desencajado cada vez, no decía palabra pero el color le había desaparecido del rostro

¡Le faltaba una maleta! la más pequeña, ¡y esa sí que era de primera necesidad!, porque era ahí donde traía sus zapatillas de ballet, el corsé y el tutú…

- ¿que voy a hacer Cristina?, ¡sí no llevó mi atuendo, no podré bailar!, y el recital será mañana en la noche?

Mi hermana lo decía en serio, no se trataba de capricho u obstinación, era más como una especie de ritual, superstición ó algo que podía incluso llegar a cancelar eventos.

Gina estaba realmente alterada y solo faltaban 20 minutos para abordar el avión, jamás me daría tiempo de regresar por la maleta y dársela para que se la llevara, teníamos que buscar otra solución y tenía que hacerlo yo, porque mi hermana no estaba en condiciones de razonar nada, conociéndola como la conocía, esa manera de morderse el dedo angular doblado, era una señal clara de que estaba a punto de darle una crisis de nervios

– Tranquila - Le dije mientras la tomaba suavemente de los hombros - tengo una idea, tu vas a abordar ese avión de inmediato, y no te preocupes por la maleta, le llamaré a Chuy para que la traiga de inmediato, y ya con más calma me encargaré de que la maleta se vaya hoy mismo hasta Londres, veras que llegará solo un poco después de tí.

Debí haber dicho eso con una confianza tal - de la que ni yo misma me creía capaz- porque el rostro de Gina volvió a su color, y con el una sonrisa de esperanza y agradecimiento que ilumino el rostro de mi hermana

- ¿De verdad te encargarías de eso?

Gina sabía que yo odiaba el gentío, las esperas, los tramites engorrosos y todo lo que conllevaba la tarea de recuperar el equipaje, pero detestaba más verla tan desesperada y angustiada justo antes de una de sus presentaciones más importantes.

- Por supuesto dalo por hecho, yo me ocupo – le aseguré

Me dio un abrazo muy fuerte seguido de un beso, antes de desaparecer por el torniquete que la llevaba a Londres, un poco más tranquila pero con la incertidumbre y la inquietud aún dibujada en su semblante

Minutos después que Gina se fue, me comuniqué desde el celular con Chuy para que me llevara la maleta al aeropuerto, me tardé quince minutos explicándole como llegar hasta que al fin pareció comprender las indicaciones debido que le muchacha desde que la asaltaron, no tomaba taxis ni de broma.

Entonces, resignada a esperarla al menos un par de horas, me senté en una banca del aeropuerto, a esperar… ¿mi destino?…

3 comentarios:

altern°° dijo...

Hey! me parece muy buena la introducción realmente disfruté todo el capítulo y muero de ganas por la segunda entrega, muy bien caray! ya mi cabeza comenzo a tejer mil historias alternas a la tuya pero muchas felicidades!!

Mayte dijo...

hola un buen comienzo ya me atrapo siguelaaa besos

Carlos M dijo...

Me parece muy buena la introducción realmente disfruté todo el capítulo y muero de ganas por la tersera entrega, muy bien caray! ya mi cabeza comenzo a tejer mil historias alternas a la tuya pero muchas felicidades!!