Feminismo.
Nunca me ha gustado esa palabra, siempre me ha parecido el equivalente a
machismo (¿existe masculinismo?), pero seguramente es por mi aversión a las
etiquetas y a que tampoco me gustan los extremos.
Y en cuanto a
la igualdad de géneros… la verdad es que me gustan las diferencias naturales
que tenemos las mujeres con los hombres. Vestimos de forma diferente, porque
somos diferentes. Recuerdo aquella rebelión de feministas a finales de los 60’, en los que las mujeres
se quitaban y quemaban los sostenes por “liberación” ¡Señoritas! los sostenes
los usamos por necesidad anatómica, no por represión. Hablamos diferente,
lucimos diferente, hasta transpiramos diferente. Por genética no, no somos
iguales.
A mí me halaga
la caballerosidad y protección que un hombre nos brinda. Respeto a quienes se
sienten ofendidas o inútiles ante esas muestras, pero para mí es lo contrario, son
de respeto, aprecio, educación y afecto para con nosotras.
Me agrada el
gustarle a un hombre y que se gane el derecho a ser correspondido y ¿porque no?
también ganarme yo el mismo derecho. Me gusta también la libertad de ganarme un
lugar por mis aptitudes y no por mi género. Porque hemos llegado a confundirlo
con la desigualdad de aptitudes.
Para mí, la
verdadera lucha, debería de llamarse por la LIBERTAD. La libertad de ser seres humanos. Todos deberíamos tener esa libertad de demostrar
quienes somos y lo que valemos, no importa si somos hombres, ni mujeres, ni
nuestra preferencia sexual, ni si tenemos alguna discapacidad, o por nuestro
color de piel. Ni siquiera me gustan las cuotas forzadas de género,
preferencias sexuales, razas. En las artes, en los parlamentos, en ningún lado,
solo por cumplir cuotas por lo políticamente correcto y no por mérito propio.
Porque la
lucha contra la violencia no es de hombres contra mujeres. No va por ahí, se
los juro. La verdadera lucha es contra la perversión, los abusos, la maldad, la
pederastia, la degeneración, los vicios, contra las enfermedades mentales, sean
del género que sean, incluso, y lo sabemos todos, ni el propio machismo es
exclusivo de los hombres.
El ser humano,
hombres o mujeres se puede llegar convertir en monstruos y a esos es a los que hay que combatir. A los violadores,
no por el hecho de ser hombres, sino por convertirse en monstruos al ser
violadores. No todos los violadores son hombres, ni todos los hombres son
violadores.
Porque tampoco
voy a hablar de cifras; que si hay más muertes violentas de hombres que de mujeres,
que si cuales presentan más saña, que si los porcentajes, que si las gráficas
etc.
Quizás ahí
precisamente, esté el error. No podemos tratar a los individuos como masas.
Cada uno con sus eficiencias y cada cual con sus deficiencias.
Polarizarnos
entre nosotros solo beneficia a los verdaderos culpables. Divide y vencerás.
Hombres contra mujeres. Las mujeres ya no nos sentimos seguras, el miedo está
ganando la partida. Incluso los hombres han detectado ese miedo contagioso. Ya
cualquier mirada directa, aunque sea accidental se toma como acoso. Al menos 4
hombres me han comentado esa percepción en la calle, en el metro, en las
oficinas. ¿De verdad todos son acosadores, violadores, abusadores, culpables? ¿Generalizar
es lo correcto? ¿Estamos renunciando a pedir cualquier ayuda, o a darla, por el
simple hecho de que sea a algún hombre? No lo creo, espero que no.
Así como yo,
muchas tenemos la gran fortuna de conocer hombres en el verdadero sentido de la
palabra, que saben respetar esas diferencias no abusando de ellas. Y sí, también
merecen un día y todos los días para honrarlos. Eso es igualdad ¿qué no?
¿Alguna vez
nos hemos preguntado porque existimos hombres y mujeres, machos y hembras, masculino
y femenino, si fuera para ser todos iguales?... ¿Cuál sería el propósito de
crear dos géneros? ¿No será por eso, que solo la fusión de los géneros nos
permite reproducirnos y preservar las especies?... Porque
juntos nos complementamos.
Y si no quedo claro, no soy feminista, soy mujer. Sigamos siendo mujeres, está
bien serlo. No tiene por qué ser un peligro. Ni tampoco una batalla
diaria en contra de los hombres. Seamos libres para serlo.
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